La Feria del Libro de Frankfurt es la gran vitrina editorial del mundo. Desde aquí se cuecen muchos contratos, se escuchan cantidad de recomendaciones y sobre todo, se intercambia puntos de vista. „La Bolsa del Libro“ llegó a su fin hace unos días, pero todavía se habla y comenta sobre ella. Turquía ha sabido usar eficientemente esta vitrina. China amenaza, para el próximo año, organizar en esta feria unas olimpiadas del libro. En el 2010, las letras en lengua castellana, tienen sus ojos puestos en Argentina. Gráfico y foto: haltestelle iberoamerika.
La Feria Internacional del Libro de Frankfurt, le duela a quien le duela, sigue siendo la que mueve en gran porcentaje el mercado editorial del mundo (bueno, no hay que exagerar también, pero su cupo es extraordinariamente importante). La Feria tiene una red de movilidad que impresiona; llegas al aeropuerto de Frankfurt y al salir del avión, caminas unos metros y subes directamente a un tren, el cual en pocos minutos te transporta hasta una de las puertas principales del enorme recinto. Inclusive en la misma Feria existen buses que te movilizan de pabellón en pabellón. Todo un engranaje de comunicación que sólo funciona producto de esa manía planificadora y milimétrica de los teutones.
A pocas cuadras del recinto ferial, se levanta el corazón de las finanzas de Alemania: la Bolsa de Frankfurt. Si la Bolsa de Frankfurt se resfría, se acatarra Wall Street y Tokio, sucumbe Madrid y Brasil. En fin, en literatura ocurre algo parecido, desde aquí se mueven los manejes y tejemanejes del mundo de los libros (en muchos idiomas, por supuesto). Te compro esta novela, te cambio este autor, me traduces a este escritor chino, recomiéndame una autora latina que no sea conservadora, rebájame el costo de los derechos, son unas de las tantas frases que se escuchan entre bastidores en este evento. Aquí, el escritor que no tiene padrino, así escriba mejor que Thomas Mann, sencillamente no existe.
Pero, Frankfurt, también redime a la buena literatuta: desde aquí -muchas veces- quienes son relegados en las esquinas del sótano en su propia lengua y en sus mismos países, logra sobrevivir y hasta nacer.
Turquía trabajó intensamente en esta 60 edición de la Feria y he sido testigo de como, escritores, gobierno e editoriales, y hasta ciudadanos turcos, construyeron redes a través de Alemania para difundir a sus autores. Una hermosa forma de solidarizarse con su lengua, hacerla más conocida y difundir su literatura (aunque, a decir verdad, la sombra de la política se ceba en la cocina también).
Empero, Turquía ha sido un ejemplo de unión, a pesar de la existencia de diversas ideas -y puntos de vista alejados del libro- entre los escritores. En 2007, cuando estuvo Cataluña como invitada de honor, el ambiente que se vivió fue distinto. Los golpes bajos llegaban desde la mismas Ramblas o desde las calles adyacentes a, perdonen, no recuerdo el nombre de esa calle. Pero sea como sea, es de vital importancia que se respeten las diferencias, y, muchos, sus razones habrán tenido. La imagen que quedó grabado para un lector no adormecido fue que algo fallaba en el engranaje:
En el 2009, China -ya lo adelantó la semana pasada- hará de la Feria Internacional de Libro de Frankfurt una olimpiada. La gran nación de 1,2 millardos de habitantes tiene argumentos suficientes y las maletas llenas de fondos para hacerlo. En esos malabares, las geografías de los países de habla hispana estamos huérfanos, completamente huérfanos.
Pero, en el mundo de los libros, los latinoamericanos y españoles sí ganamos en la olimpiada de la envidia: le propinamos un codazo directo al abdomen al escritor o a la poeta que no nos gusta porque pertenece a este grupo o a este otro grupillo, o porque piensa así o no es mi amigo, o es el enemigo de mi amigo; qué se yo, eso se puede constatar leyendo lo que uno no esperaba o no leyendo lo que uno esperaba en las ediciones culturales de los diarios (en la que muchas veces se bailan las danzas de los intereses del mercado o la ardid de los que se creen comisarios de la cultura), o, recapitulando, algunas veces se pueden leer estas carantoñas hasta en las sentencias de los blogeros de literatura. Inclusive, se podría aumentar otro motivo de rencillas y sopapos, de zancadillas y silencio, donde sospechosamente sale a relucir cierta anodina valoración por motivos de pigmentación, colectivo o pensamiento político.
Volvamos a la Feria. La recién fenecida 60 edición de la Feria Internacional del Libro de Frankfurt batió record de visitantes. Este 2008 pisaron las alfombras del evento 299.112 ( 5.6% más que en 2007) y como siempre, los expositores de Alemania (3337), Inglaterra (834) y Estados Unidos (662) fueron los más numerosos; seguidos por Turquía (150 editoriales) y Suiza (200). La presencia latinoamericana y española no pasó de ser un escuálido cumplido. Esperemos que en 2010, cuando Argentina sea la invitada de honor, Latinoamérica brille con su presencia, aunque ya nos han llegado rumores de ciertos inconvenientes con respecto a los preparativos de la cita. Algo que se teme, porque ya salieron a relucir los golpes, las zancadillas, los jalones de orejas, el „sacáme éste y ponme a este“, que sin duda nos preocupa. ¿Cuándo se terminará esta cantaleta?
Y una interrogante más:
¿Y ahora quién nos salvará cuándo invada mi mesa de trabajo el e-book?
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