La hora de la mea culpa del sistema financiero global no ha llegado todavía a esta altura de la crisis. Nadie tiene la culpa de nada. Existe un cinismo que campea a raduales por las avenidas de la desfachatez. Además, escasean los líderes internacionales. No los vemos. En tiempos de crisis siempre nos habíamos acostumbrado a tener uno. Pero allí está el terremoto económico dando coletazos a diestra y siniestra, resultado de la vil costumbre del dinero rápido y fácil.
La solución, por ahora (que fue denegada por 228 votos contra 205 en el Congreso estadounidense) son 700.000 millones dólares de rescate financiero, como si se tratara de una urgente transfusión sanguínea para un paciente postrado en el quirófano, que quizá, no sea el último que reciba, y no se sepa a ciencia cierta cual será el resultado de la operación.
No es necesario ser un genio para darse cuenta que el sistema capitalista hace rato que debería haber podado su jardín. Por ahora algo se tendrá que hacer: el mal menor. Pero, ¿quién pagará el pato finalmente?. En la economía del medio ambiente existe un teorema básico, „el que contamina paga“, dice Joseph Stiglitz (1), y es una cuestión de justicia que, por lo tanto, si Wall Street ha contaminado la economía con hipotecas tóxicas debería pagar la limpieza. Se debe guardar la calma, claro, pero también la valentía para desenmascarar el desaguisado económico. Que paguen los culpables.
Saben ustedes ¿cuánto se podría hacer con 700,000 millones de dólares?.
Es muy sencillo saberlo. Saquen papel y lápiz y empecemos con el cálculo con aquella noticia publicada el 18 de setiembre sobre los 30.000 millones anuales de dólares que se necesita, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura ( FAO ), para garantizar la seguridad alimentaria de los países más golpeados por el hambre (2).
Y ¿cuánto se quiere sacar de las arcas públicas de EE. UU. para apagar el fuego de los pirómanos del mercado? Pues, nada más y nada menos que 700.000 milllones de dólares. Y eso quizá sólo sea el principio. Y ahora saquen la cuenta:
700.000 millones de dólares entre 30.000 millones (sin comentarios).
Y qué más se podría hacer con esa inmensa cantidad de dinero ( ¿si no se lo utilizara para contrarrestar el hambre?). Por ejemplo, se podría invertir, para bien de las futuras generaciones, en contrarrestar el cambio climático, o, pagar seis años consecutivos los seguros de salud de todos los ciudadanos americanos (3), según un cálculo realizado por el diario Financial Times Deutschland (4).
El hambre que vive parte del mundo es un desafío a la conciencia de todos ( exactamente son 903 millones de personas que lo padecen en el planeta ), es inaudito, entonces, que se dé 700,000 millones a los bancos y se deje de lado el tema del hambre. Pero me dirán, no, no, cuidado, eso es necesario para que se logre equilibrar todo el sistema y permitir que nadie salga mal parado de esta crisis. Al final, el hambre no le importa a nadie, o, a pocos. Porque más importante son los bolsillos de algunos. Cuando el sistema capitalista hace agua, entonces se taponea los huecos con las recetas socialistas: el estado está para salvar del remolino a los gigantes especuladores. O mejor dicho, como ya lo dijeron bien claro varios economistas, esto equivale a privatizar las ganancias y a socializar las pérdidas.
¿Y el hambre?, y ¿la pobreza?. Bien, gracias.
Un dato más.
El gasto en material de guerra en el mundo alcanzó en 2007 la cifra de 847.500 millones de euros, seis por ciento más a 2006 y 45 por ciento superior a hace diez años, según el informe (5) anual de 2008 del Instituto Internacional de Investigación para La Paz (SIPRI). Este volumen de dinero es casi 190 veces las ayudas comprometidas por las naciones en la pasada cumbre de la FAO para mitigar la crisis de alimentos en el mundo.
Sea como sea, se llegue a donde se llegue, el hambre del mundo es el grito de nuestras conciencias. El sistema hace agua y el eco de la caída del Muro de Berlín ya no es más que un espejismo en el tocador del capitalismo. Después de toda esta debacle ya no volverá a ser nada igual en el mundo financiero. Se tienen que hacer tablas o jaque, como en el ajedrez, o mejor dicho, buscar nuevas vías, claras y limpias, donde camine el hombre nuevo, libre de las amenazas de los trileros de la historia. Pero por ahora, lo más importante es auxiliar a todas las familias en riesgo, y, por supuesto, no olvidar de castigar a los especualdores del capitalismo caradura.
(1)
http://www.elpais.com/articulo/opinion/blues/rescate/Wall/Street/elpepuopi/20081001elpepiopi_4/Tes
(2) 923 millones de personas pasan hambre en el mundo - Internacional ...
(3) http://www.ftd.de/politik/international/420256.html?cp=10
(4) Hast Du mal ein paar Milliarden?
(5) informe anual
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