por José Carlos Contreras Azaña
Desde que leí que Jorge Luis Borges calificaba al periodismo como ese museo de minucias efímeras he sentido una sensación extraña frente al periodismo: de amor y odio. No me pregunten más, porque si alguien quiere saber por qué pienso así, pues sólo tiene que contactarse con nosotros. Escribir abajo su comentario y ya haré mi parte.
En estas semanas han pasado muchas cosas. Cosas que no han variado en nada la situación de los débiles del mundo. En Asia, un tanquero ha vertido a las aguas su veneno fósil contaminando la zona; por otro lado la ONU nos ha dado pequeñas esperanzas desde Bali con algunos puntos concretos a trabajar en el futuro con respecto al enfrentamiento del cambio climático.
En América Latina, los análisis macroeconómicos indican que la región creció varios puntos. En España, el movimiento separatista Eta ha amenzado al Estado español en volver a atacar sea donde sea. En Bolivia, otro movimiento separatista, le está dando dolores de cabeza al presidente Evo Morales y en Argentina, la presidenta Kristina Kirchner ha tomado el mando presidencial.
Hay otras noticias que me han causado mucha gracia, por ejemplo, la que cuenta que científicos japoneses han conseguido que un ratón le pierda el miedo a los gatos. En China una joven empresaria ha creado un hotel en pleno cementerio. Por lo que leo, tiene mucho éxito. La noticia que más me ha encantado es sobre los niños de Costa Rica, que han eliminado sus juguetes bélicos.
Hay tres extractos de discursos que me han llamado mucho la atención. La primera, la que dio el director del grupo petrolero Total, Christophe de Margerie, sobre la escalada de precios del crudo: "Si lo pensamos bien, el barril a 90 dólares no es muy caro. En comparación, el litro de agua mineral cuesta más que el litro de petróleo".
La segunda del senador demócrata, John Kerry, sobre la conferencia del Cambio Climático que se celebró en Bali: "Gastamos billones de dólares en la guerra de Irak. Deberíamos ser capaces de encontrar algunos cientos de millones para salvar el planeta".
Y por último un extracto de lo dicho por Rama Yade, secretaria de Estado francesa para los Derechos Humanos, a propósito de la visita a la capital francesa del presidente libio: "El coronel Kadhafi tiene que entender que Francia no es un felpudo en el que un dirigente, terrorista o no, se pueda limpiar los pies de la sangre de sus crímenes. Francia no deber recibir ese beso de la muerte".
Sin comentarios. Volveremos mañana.
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