Por Eréndira Estrada
Abordar el tema de la sexualidad dentro de los pueblos precolombinos es hablar de una vinculación del cuerpo humano, el erotismo y la fertilidad con relación al universo y sus deidades, las cuales tienen como característica principal sus rituales; de esta forma se puede decir que estas culturas prehispánicas veían a la sexualidad desde su propia cosmogonía.
En este sentido, los dioses del amor o la sexualidad en la cultura maya eran Alom y Qaholom, la mujer y el varón; mientras que para los quechuas la pareja principal eran Pachamama e Illapa. Dentro de la cultura Inca destacaban Inti y Mamaquilla; el imperio azteca no se quedaba atrás y sus deidades eran Tonacatecutl y Tonacaciuatl. También la diosa Xochiquetzal y el dios Xochipilli están presentes en el panteón de Mesoamérica como deidades que presiden las relaciones sexuales y la pasión amorosa.
Las relaciones prehispánicas no eran propiamente monógamas, también se permitía la poligamia, y ésta la prácticaban básicamente las personas de mayor rango social, es decir la clase noble.
Según María Isabel Morgan, autora del libro “Sexualidad y sociedad en los aztecas” indica que “la concepción de la poligamia prehispánica establecía que el señor, su mujer principal y sus mujeres secundarias formaban una sola familia, a la cual se le proporcionaba apoyo y protección, y en donde las mujeres secundarias y sus hijos no eran objeto de estigmatización social".
Este pueblo guerrero sólo permitía dos maneras de relaciones sexuales, las que estaban dentro del matrimonio y, otras, muy particulares, entre guerreros y sacerdotisas, estas últimas dedicadas a la prostitución ritual. Ellas estaban protegidas por la diosa Xochiquétzal y se presentaban adornadas y maquilladas para ofrecer a su pareja sexual algunos alucinógenos y afrodisiacos que ayudaban a estimular el apetito sexual. Este tipo de encuentros sexuales eran comunes antes de que los guerreros fueran de batalla. El adulterio, sin embargo era severamente castigado, a exepción de los rangos sociales más altos.
Cada aspecto de la vida sexual estaba asociado a un dios diferente, como ya lo mencionamos anteriormente. Así, Xochipilli era el dios de las flores, del amor, y de las relaciones sexuales ilícitas; al igual que la diosa Xochiquétzal, quien, además de ser diosa del amor, la fertilidad y los embarazos, era protectora de la prostitución (que era lícita). Por su parte, Tlazoltéotl era la diosa del placer, la voluptuosidad, y los pecados carnales, ella protegía a las parturientas, a las parteras, a los hechiceros relacionados con el mundo amoroso y a los hombres de intensa actividad sexual.
Cito otro párrafo del libro Sexualidad y sociedad azteca que señala que entre las deidades más importantes de la sexualidad eran Tlazolteotl, Xochiquétzal y Xochipilli; sin embargo, como un estrecho lazo ligaba las relaciones sexuales con la reproducción de todo el mundo de la naturaleza, igualmente estrechos eran los nexos entre estas deidades y las que representaban fenómenos naturales que de alguna manera influían en la reproducción."
Transladándonos de México a Perú, específicamente al imperio Inca, historiadores citan que entre las prácticas más normales entre ellos era la convivencia prematrimonial, si entre la pareja existía un entendimiento procedían a celebrar el ritual del matrimonio, pero en caso contrario se separaban sin que hubiera mayor compromiso.
Aunque básicamente para el pueblo del Perú precolombino el matrimonio, más que un acto religioso, era un asunto de estado, su interés radicaba en que la nueva pareja, una vez que obtenía su parcela “obsequiada” por el estado, comenzara a trabajar y con ello a tributar, tomando en cuenta que el incremento de personas era necesario para poder consolidar aún más un imperio que estaba en franca expansión.
El Archivo de Indias, en Sevilla conserva aún crónicas de la época que hacen referencia a las impresiones que causaban a los conquistadores ciertas prácticas sexuales de los incas juzgándolas de perversas, como por ejemplo la enseñanza de la masturbación, el previo entrenamiento de mujeres antes del matrimonio, el homosexualismo femenino y masculino, y ciertas posiciones del coito así como el sexo oral, como parte del juego amoroso
Con lo que respecta a la virginidad, ésta no fue apreciada, según lo indica el cronista espanol Bernabé Cobo, quien cita que “la virginidad era vista como una tara para la mujer, pues el inca consideraba que solamente quedaban vírgenes las que no habían sabido hacerse amar por nadie”.
Para muchos de los pueblos precolombinos el sexo no era algo condenable ni punible, fue hasta la llegada de los españoles cuando se consideró a estas prácticas prehispánicas como inmorales y deshonestas.
Como dato relevante, en algunos pueblos las mujeres jóvenes aptas para el matrimonio eran aleccionadas por sus madres, madrinas o chamanas para utilizar anticonceptivos que evitaran o interrumpieran embarazos, empleando así una variedad de hierbas que, hasta nuestros días existen en la herboristería indígena.
Ejemplos de la libertad sexual son muchos, otro caso se daba en los Andes patagónicos entre los miembros del pueblo Mapuche, quienes tenían como costumbre que las jóvenes que empezaran a menstruar eran partícipes en un ritual de iniciación femenino, llamado Ulcha, nombre de la diosa Mujer Joven, quien es una de las cuatro deidades mapuches, con el fin de ser instruidas dentro de la vida sexual.
3 comentarios:
Bien Ere, me da gusto leer lo que escribes.
Besos
Karla Camarena
orale, siempre tuve cursiosidad de como era la vida sexual de las culturas pre-colombinas. El articulo respondio varias de mis preguntas, por lo visto ellos eran mucho mas liberales que los gachupines.
¿No es interesante que para los pueblos precolombinos el sexo no era condenable ni punible y que fueron los españoles quienes los trajeron de vuelta a la Edad Media oscura? Tal vez no sea sorprendente que los españoles consideraran las prácticas sexuales prehispánicas como inmorales y deshonestas, pero es fascinante que los pueblos precolombinos estuvieran tan relajadas con respecto al sexo, como muchos de nosotros lo somos hoy. Me pregunto si tuvieron algún problema con trastornos sexuales en ese entonces. Supongo que la disfunción eréctil no se conocía en su época y que disfrutaban del amor y el sexo tanto como podían. La vida debe haber sido dulce en las Américas antes de Colón. Gran lectura!
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