por José Carlos Contreras Azaña
¡Rojo maricón! le gritaron y le hicieron caer de un culatazo de fusil a la fosa común, luego lo escupieron y lo acribillaron. Así de esa manera fue asesinado el más famoso poeta español del siglo XX: Federico García Lorca, cuyos restos podrían ser desenterrados del lugar donde también yacen, sin nombre ni cruz, los cuerpos de mil o tres mil personas asesinadas en Granada en agosto de 1936 durante la Guerra Civil.
La noticia cubre de un manto que da escalofrío por toda España, y es un paso importante para que se sepa qué tanto odio existió en aquel entonces. Un país podrá seguir viviendo tranquilo cuando se desentierren todos sus muertos (los unos y los otros) y se les velen y se les lloren y dignamente se les de sepultura. No se puede dormir tranquilo sin haber apagado la luz. España necesita esa luz para que las futuras generaciones duerman en paz, y se cubra a cal y canto el odio y la amnesia, y brote la transparencia y el amor. No hay otra vía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario